Desde niña, recuerdo mi primer sueño que pasó de una escala monocromática a vivir la fusión de colores. Estaba haciendo una vuelta de honor en la pista olímpica de Terracotta, líneas blancas y resplandecientes me guiaban mientras saludaba a un enorme público multicolor. ¡Fue épico!
[Compartimos esta nota de Angela Spindler. Fuente: The Die Line] El color da forma al modo en el que entendemos, interpretamos y vivimos nuestro mundo. Por mucho tiempo se ha ‘sistematizado’ las tendencias con valores numéricos de los gustos de Pantone y NCS (Natural Color System). Las modas de color son pronosticadas por el ICA (International Color Authority), 22 meses antes de la temporada de retailing.
El humor está dictado por compañías de pintura mientras coloreamos nuestras casas con tonos sombríos o figuras planas y los gigantes de la televisión nos brindan brillo retina con nanocristales llamados puntos cuánticos.
Como diseñadores, conocemos desde hace tiempo la importancia del color cuando se trata de packagings. Recurrimos a historias culturales, mitologías, simbolismos y a la psicología del color para definir estrategias que optimicen la atracción.
Pero a medida que la realidad aumentada y mixta influye más en nuestra experiencia diaria, me pregunto: ¿podremos experimentar un tipo de sinestesia artificial a través del color del packaging?
¿Podría el violeta del envase de Cadbury tener sabor a chocolate? ¿Cómo podemos aprovechar y redirigir información práctica a través del color?
Mi curiosidad por este tema comenzó cuando observé la suave decadencia de un jarrón de flores, con cabezas caídas y pétalos marchitándose. El tiempo absorbía el color, dejando un residuo de la vitalidad anterior.
Mientras que una cierta belleza se mantuvo, la escena me pedía que las tire a la basura. Esta simple transición visual me informaba que tenía que realizar una acción, y me hizo pensar: ¿Qué pasa si el packaging cambia de color a medida que el producto se echa a perder?
Al igual que las flores en descomposición, un envase podría demostrar al instante si un producto está en buenas condiciones o está rancio.
No estoy sugiriendo que se descomponga el packaging; más bien, un simple cambio de color de tonos muy brillantes a una gama más apagada o monocromática, creando así colores con vida (o moribundos).
¿Podría la respuesta residir en la química? ¿O podemos esperar que la magia de la realidad aumentada y virtual le dé vida al color? En nuestro futuro, ¿el color tendrá pulso y ofrecerá experiencias más vivas, dimensionales y dramáticas? ¿Se imaginan abrir la heladera y encontrar un “circo de retina” con un rosa vibrante de taramasalata y un verde fluorescente en la lechuga?
En packaging, existen innovadoras ideas impulsadas por la química, como la termocromía y la fotocromía. Muchos de nosotros hemos experimentado un escalofrío de deleite cuando la respuesta trivial se reveló en la etiqueta de cerveza mostrando que se encontraba bien fría.
Más recientemente, hemos sido testigos de la aparición de etiquetas parlantes: la marca de vinos australiana 19 Crimes lanzó una aplicación de realidad aumentada que dio vida a los personajes de sus botellas.
Teniendo en cuenta estos avances, no tengo razón alguna para dudar de que la tecnología nos verá utilizando y experimentando la vida en el color.
Fuente: The Die Line